La prueba piloto de recogida de envases SDDR realizada en Cataluña también resultó amañada
Artículo de Mamen Lescano para Crónica Global.
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- ONG medioambientales, lideradas por Retorna, falsean resultados de pruebas en Pamplona y Cadaqués para promover un nuevo modelo de reciclaje de residuos
Varias ONG medioambientales, lideradas por Retorna, están en campaña para intentar lograr la implantación de un sistema de recogida de residuos de envases denominado Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) en algunas comunidades autónomas como Cataluña, Navarra o Baleares. Pretenden que este modelo se establezca en detrimento del sistema actual, que separa los residuos en el contenedores verde, amarillo y azul. La sorpresa de su campaña estriba en que para lograr su propósito vale todo: desde ocultar los oscuros intereses económicos que se esconden detrás del SDDR a falsear los resultados de las pruebas piloto que se han puesto en marcha en algunas localidades españolas.
El caso más reciente ha tenido lugar en Pamplona. El pasado julio, aprovechando la celebración de los San Fermines, se instaló una máquina SDDR de 8×6 metros durante dos días en la zona de los fuegos artificiales, un lugar muy concurrido en esas fechas. Sus organizadores, encabezados por las asociaciones por el medio ambiente Retorna y Recircula, y el Ayuntamiento de Pamplona, calificaron los resultados de la prueba como un “éxito”, al tiempo que destacaron que se habían recogido 2.600 envases.
Falseo de datos
La realidad es que sus promotores falsearon los datos de recogida de la experiencia piloto, tal y como demuestran las imágenes grabadas durante la prueba. El pasado lunes, Crónica Global difundió dos vídeos que probaban cómo los organizadores del SDDR mintieron con la recogida de los datos, saltándose sus propias normas de funcionamiento.
Este medio difunde hoy un nuevo vídeo que certifica –a través de la propia voz de uno de sus promotores (en este caso un voluntario de Greenpeace)– que cualquier persona podía llevar el número de envases que quisiera, ya fueran 30, 40 o 50; en una bolsa de plástico o en un carrito de la compra. A pesar de que los carteles expuestos en el armazón de la propia recolectora advertían con absoluta claridad de que cada persona podía llevar un máximo de 10 envases y que, por cada uno de ellos depositado, recibiría 10 céntimos de euro.
“Ya han quitado el cartel”
En el vídeo que acompaña esta información se escucha a una mujer joven preguntar a uno de los organizadores si puede traer en dos minutos una bolsa con más de 30 envases. Tras un par de segundos de duda, el voluntario de Greenpeace contesta: “Sí, puedes traer los 30 envases… Eran 10 por persona, pero como ya han quitado el cartel”. La joven remata finalmente: “Vale, vengo en dos minutos, pero que sepas que te traigo un camión…”
Estas imágenes, al igual que las publicadas el lunes, demuestran no sólo el falseamiento de los resultados de la prueba, sino que deja en muy mal lugar por su forma de proceder a los representantes de las ONG medioambientales.
Réplica en Cadaqués
En otra prueba piloto realizada en Cadaqués (Girona) en 2013 sucedió otro tanto de lo mismo. La experiencia, promovida por la Fundación Retorna, contó con el apoyo del ayuntamiento que entonces encabezaba el alcalde del CDC (PDeCAT), Joan Figueras Pomés. Las máquinas estuvieron instaladas durante dos meses y medio y –según sus promotores– se devolvieron un total de 81.183 envases, el equivalente al 76% de las ventas de los establecimientos que participaron en la iniciativa. Todo un éxito si la prueba si hubiese realizado correctamente, pero no fue así.
Desde la propia Agencia de Residuos de Cataluña se reconoció (aunque no públicamente, ya que había apoyado esta iniciativa) que la prueba no se produjo en condiciones reales. Distintas fuentes corroboraron que personal del ayuntamiento acudió a la planta de reciclaje para recoger envases y llevarlos directamente a las máquinas instaladas para poder inflar las cifras de recogida. Asimismo, Tomra, la multinacional noruega que fabrica las máquinas del SDDR, realizó una fuerte inversión en el experimento aportando los 10 céntimos del depósito de su bolsillo. Todo era válido con tal que la prueba resultase satisfactoria.
El papel jugado por la multinacional noruega Tomra, el fabricante de las máquinas, en estas experiencias piloto demuestra que detrás de la implantación del sistema SDDR hay más intereses económicos que medioambientales.