¿Puede ser el SDDR de izquierdas?

¿Puede ser el SDDR de izquierdas?

 

Álvaro Lario | 29 nov 2017

Cuando examinamos cualquier propuesta presentada o impulsada por una formación política, nos resulta inevitable asociarle una serie de etiquetas que, a menudo, no derivan de un análisis pormenorizado de la propuesta en cuestión sino de las bondades que se nos han vendido desde el partido que la abandera. En una época en la que calan con facilidad los discursos populistas pero, al mismo tiempo, los partidos mantienen una batalla en la que tratan de posicionarse en el centro para ganar elecciones, es fácil que en ocasiones el debate público se vea contaminado por cierta confusión ideológica. Es el ejemplo de cuando el PP, partido que presume de mantener un alma liberal fuerte, anuncia subidas de impuestos que desconciertan a sus votantes más coyunturales y no pueden enmarcarse en un ideario liberal. O cuando el PSOE, partido que se erige en defensa de las clases medias o bajas, anuncia políticas como los “cheques-bebé” que redistribuyen sin tener en cuenta la situación económica de sus beneficiarios y que son, por tanto, nocivas para la lucha contra la desigualdad.

 

En este blog, diversos autores llevan un tiempo analizando las ventajas e inconvenientes del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (abreviado como SDDR). La propuesta está siendo impulsada por una formación de izquierdas, Compromís, que pertenece al gobierno autonómico de la Comunidad Valenciana y que en el Congreso de los Diputados conforma una coalición con Podemos y las “confluencias” de otras regiones. Junto con Equo, partido verde que también figura en la coalición, Compromís ha colado en el Congreso una propuesta de extender el SDDR a toda España que contaría con el apoyo del PSOE. Unidas estas fuerzas, la iniciativa viene recubierta de una nítida retórica de izquierdas.

 

Sin embargo, quienes de algún modo nos identificamos con esta etiqueta debemos ser críticos con la propuesta y no sucumbir ante una retórica que nos la vende como una idea progresista, ecologista e igualitaria. Para saber si es de izquierdas no tenemos que fijarnos en quiénes la presentan, sino preguntarnos a quiénes beneficia y, sobre todo, qué efectos tendrá en la brecha entre pequeños y grandes comerciantes, pequeños y grandes consumidores, etc.

 

¿Es de izquierdas un sistema que penaliza a los pequeños comercios frente a los grandes? Como se comentaba en este artículo, el coste de una máquina de las que los comercios se verían animados a implantar puede llegar a rondar los 20.000 euros. Esto implica que el acceso al SDDR, lejos de ser igualitario, supondrá un esfuerzo muchísimo mayor para los pequeños comerciantes que para los grandes, llegando incluso a no poder acceder a él y a tener que buscar sistemas alternativos, como la recogida de forma manual que implicaría un cambio en las infraestructuras. No sería la primera vez que los pequeños y medianos empresarios, más de 300.000 según la FEMP, sufren un varapalo derivada de la puesta en marcha de medidas poco analizadas por los políticos: cuando entró en vigor la (errada) primera fase de la Ley Antitabaco, aquellos dedicados a la hostelería se vieron obligados a realizar obras en sus locales para la creación de zonas exclusivas para no fumadores que al ampliarse la prohibición quedaron en desuso; es decir, no pudieron amortizar la inversión. El SDDR ahonda en la ya profunda brecha que dificulta la competición entre pequeños y grandes comerciantes.

 

¿Es de izquierdas un sistema que penaliza a los consumidores más vulnerables? Como explica este otro artículo, es probable que el SDDR incremente los precios de muchos productos debido a los costes operativos asociados al sistema que los comerciantes necesitarán compensar de alguna manera. Cada producto podría aumentar unos cinco céntimos su precio, además de la fianza de 10 céntimos de las bebidas, que en suma supondrá un considerable incremento en el coste de la cesta de la compra que sufrirán particularmente los consumidores más vulnerables; es decir, aquellos que menos recursos tienen.

 

¿Es de izquierdas un sistema que mercantiliza el deber de reciclar? Desde los partidos impulsores del SDDR se defiende la idea de que el sistema contribuirá a dar incentivos para reciclar a una mayoría de la población. Sin embargo, la desigualdad presente en nuestra sociedad vuelve a golpear contra este tramposo enunciado: el mero hecho de que se anime a reciclar por un incentivo económico supone la mercantilización de una actividad que hasta ahora se estaba entendiendo como un deber, como desarrolla este artículo. El SDDR modifica la visión de una obligación moral que nos atañe a todos y deja la tarea colectiva de reciclar en manos de quienes consideren que les sale rentable hacerlo; es decir, el peso recae sobre las clases más bajas que responderían a estos pequeños incentivos por estricta necesidad frente a las altas, que continuarían sin implicarse en el reciclaje o se implicarían incluso menos al ver convertido lo que ahora es un deber en una actividad mercantil de la que no obtendrán beneficios significativos para su nivel de vida.

 

Por todo ello, y aunque no se duda del carácter bienintencionado de la implantación del SDDR, la izquierda debería analizarla minuciosamente al margen de quien la promueva y señalar las fuertes contradicciones que ponen en entredicho el supuesto carácter progresista de la propuesta.