
SDDR: Un sistema incompatible con el eCommerce
Gema López Albendea | 5 abr 2018
A lo largo del último año se han publicado diversos informes sobre las tendencias de consumo de los internautas y todos ellos coinciden en una misma conclusión: en España cada vez son más los que hacen sus compras vía comercio electrónico. Año tras año aumentan los porcentajes no sólo de aquellos que, de forma esporádica, hacen ‘clic’ para adquirir un producto o servicio.
También crecen las cifras de los que hacen su compra semanal a través del ordenador, e incluso las de los que ya no usan los canales tradicionales, es decir, ir físicamente al establecimiento. Poco a poco se va imponiendo el comercio online. Entonces, ¿qué sentido tiene plantear un sistema de reciclaje como el SDDR que obliga al consumidor a desplazarse hasta el punto de venta?
Está claro que el sector de la distribución va a seguir teniendo durante mucho tiempo clientes fieles en el plano offline, pero las cifras nos dicen que estos van a ir menguando año tras año. Según el último ‘Estudio Anual eCommerce’ elaborado por IAB Spain (con una muestra de más de 1.000 internautas españoles), del total de la población entrevistada de entre 16 y 65 años, un 73% declaró ser asiduo al comercio electrónico. Una cifra importante pero no tan reseñable, ya que mete en un mismo saco tanto a los que reservan sus vacaciones como a los que llenan semanalmente su nevera a golpe de ‘clic’.
De ese porcentaje, un 54% combina los canales online y offline, una cifra muy similar a la recabada en el informe del año anterior. Sin embargo, aquellos que usan de forma exclusiva el canal online representan un 17% (cuatro puntos porcentuales más que las cifras de 2016), mientras que los que usan de forma exclusiva el canal offline se quedan en un 29% (siete puntos porcentuales menos).
Y mirando hacia el futuro, el estudio vaticina un crecimiento importante en el bloque que combina ambos canales, alcanzándose el 75%. La compra exclusiva online recabaría el 14% y la exclusiva offline se quedaría en un 11%.
¿Cuánto hemos gastado?
Según los últimos datos de comercio electrónico presentados por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), sólo en el segundo trimestre de 2017 se superaron los 7.300 millones de euros de facturación global, con un crecimiento del 23,4% interanual.
Por otra parte, el ‘Observatorio Cetelem de eCommerce 2017’, con una muestra de 2.200 encuestados, registró el pasado año un gasto medio anual cercano a los 2.000 euros por persona, casi 600 euros más que en el año anterior. Aumenta también el porcentaje de consumidores que realiza varias compras a la semana a través de internet, de un 8% a un 10%.
Las previsiones de futuro que maneja el documento de Cetelem apuntan a un crecimiento sostenido para los próximos años, incluyendo al sector de la alimentación, que en estos momentos representa el 38% de las ventas. Se espera que a lo largo de 2018 este nicho abarque el 40% de las transacciones vía web.
Finalmente atendemos al ‘Informe de Evolución y Perspectivas eCommerce 2017’, realizado por el Observatorio eCommerce y Transformación Digital y el Centro de Estudios EY teniendo en cuenta el punto de vista del vendedor. Según este documento, aproximadamente el 65% de las tiendas online consultadas hacía constar en sus previsiones crecimientos en la evolución de su ticket medio.
¿Si compro desde casa, cómo reciclo?
Cifras como las que arrojan estos informes muestran el paso decidido del comercio electrónico hacia adelante. Y a medida que este avanza, los canales tradicionales ven mermar su clientela, una situación real que debe tenerse en cuenta a la hora de decidir si se impone o no el SDDR.
El paso del tiempo, el avance de las tecnologías y el crecimiento del poder adquisitivo de los nativos digitales van a influir no sólo en el número de consumidores que apuesten por el plano offline, también en sus hábitos. Estos buscan cada vez más la comodidad: aprovechar el tiempo haciendo la compra desde cualquier dispositivo conectado (que puede ser desde un ordenador, un móvil o, quizás en breve, desde su propia nevera); recibirlo todo en casa, sin necesidad de acercarse a la tienda ni de cargar con bolsas. Ni de ida, ni de vuelta.
En definitiva, ¿cómo va a reciclar ese consumidor del futuro si se impone el SDDR? La respuesta es sencilla: no lo hará, al menos a través de ese sistema. Porque para él siempre primará la comodidad de lo que menos tiempo le robe.