SDDR, qué bueno que viniste, ¿o no?

SDDR, qué bueno que viniste, ¿o no?

 

Álvaro Lerma | 29 ene 2018

En primer lugar, me presentaré. Soy Álvaro, un doble licenciado de 29 años que vive y trabaja en Alemania desde hace tres. A petición de un buen amigo, os voy a contar mi experiencia (casi diría relación sentimental) con este sistema, cómo ha ido evolucionando con el paso del tiempo.

Sin ánimo de entrar en detalles, aclaremos primero en qué consiste este Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR). Al comprar un envase SDDR se “entrega” en depósito una cantidad que posteriormente es “reembolsada” al devolver dichos envases a un punto de retorno, localizados generalmente en los grandes supermercados. A dicho depósito se le conoce en Alemania como “Pfand”.

He entrecomillado los términos “entrega” y “reembolsa”, pues es aquí donde se inician mis dudas en mi relación con este sistema.

En cuanto a la “entrega” en depósito de una cantidad de dinero, si bien ésta es tal cual la operación que se realiza, en la práctica en muchas ocasiones lo que acabas haciendo es pagar por el envase, pues no vuelves a recuperar el dinero. Y es que, reconozcámoslo, por mucho que se intenta, siempre se acaban perdiendo depósitos de botellas que tiras a una papelera, ya sea por haberla comprado en un día de paseo, de turismo por otra ciudad, en la biblioteca, en el bar de la esquina, o incluso en una discoteca, donde este depósito puede llegar hasta 1,5€.

La parte del “reembolso” también tiene regalo, y es que los envases son canjeados por vales de compra a consumir en dicho supermercado, lo cual podría acabar perjudicando al pequeño comercio. Dicho sea de paso, el pequeño comercio se ha adaptado a este sistema en Alemania, mediante la conversión en punto de retorno al uso, donde poder depositar “Pfand” y ser reembolsado por ello (sin trampa, cartón, ni cupones canjeables).

Entrando ya en mi propia experiencia, la dividiré en tres etapas: enamoramiento, conflicto y resignación.

Enamoramiento

A mi llegada a Alemania, desconocía el sistema. No obstante, y tras unos primeros usos, me pareció un buen medio para conseguir, o al menos intentarlo, la mejor conservación y mantenimiento del medio ambiente. Fue un acto de buena fe por mi parte.

Llegaba al supermercado con las botellas que había podido conservar, las canjeaba y seguidamente realizaba mi compra semanal de alimentación.

Incluso en alguna cena o fiesta que organicé en casa, tras la limpieza pertinente llevaba el “Pfand” sobrante al punto de retorno y sacaba unos eurillos que abarataban mi compra.

Todo parecía ir sobre ruedas, hasta que empezaron a aparecer los primeros desencuentros. Y es que, de no llevar el suficiente cuidado, el sistema SDDR puede albergar ciertos peligros.

Desencuentro

Aquí en Alemania se permite hacer barbacoa en los parques y zonas verdes, algo realmente agradable. Grupos de amigos se reúnen con el buen tiempo a comer y pasar un buen rato. Me atrevería a decir que es casi deporte nacional. Tiene hasta su propia palabra: “grillen”, que significa tal cual “hacer una barbacoa”.

Pues en todo este ambiente lúdico-festivo, aparecen los llamados “Pfandman”, personas que se dedica a recoger los envases que van viendo, estén vacíos o no. En un acto de solidaridad, dejas que Pfandman se lleve tus envases, pues suelen ser gente de pocos recursos, y no vas a pelear por un envase por el que has depositado 0,25€.

El dilema interior viene cuando tras un envase, recoge otro, y otro, y otro, y así sucesivamente. Acabas “donando” una buena cantidad de dinero.

A esto le añades que, generalizando y siendo cuidadoso, una persona suele al menos un envase por semana. Incluso llevando mucho cuidado, estaríamos perdiendo unos 13€ al año. Parece tontería, ¿verdad?

Ahora piensa que en España hay 46 millones de personas y tendrás un negocio de 598 millones de euros al año. A mí ya no me parece tanta tontería.

Resignación

Te acabas dando cuenta de cómo está montado – en realidad – el sistema. De que de verdad existen otras alternativas posibles para conseguir una mejor conservación y mantenimiento del medio ambiente.

Te das cuenta de que conseguir que la ciudadanía tenga mayor implicación y compromiso para con el medio ambiente es posible, y que además existen otros medios para conseguir dicho fin, como a través de la educación y la concienciación social, en lugar de atacar el bolsillo del ciudadano.

También te das cuenta de que por muy perfecto y ordenado que seas, por muy interiorizado que tengas el sistema SDDR, no existe ningún escenario posible en el que, siguiendo tu rutina normal (Pfandman mediante) no vayas a perder dinero. Que podrás perder más o menos dinero, pero perderás.

Y a la vez curiosamente, te das cuenta de que tampoco existe un escenario posible en el que las grandes empresas y supermercados pierdan siquiera un euro, pues su sistema consiste en traspasar dicho riesgo al ciudadano y en hacerle responsable directo del reciclado de los productos que compra. Y es que el SDDR no es un sistema que castigue o perjudique a aquel ciudadano que no cumple con su obligación para con la sociedad de reciclar, sino que da por sentado que el ciudadano fallará en su deber con la sociedad, y sólo “premiará” a aquél que sí cumpla con su obligación. Y entrecomillo “premiará” porque realmente no existe tal premio, sino simplemente una ausencia de castigo al reembolsarte un dinero que previamente tú ya habías desembolsado.

Parece un mismo concepto, pero no lo es. Es esta ligera diferencia la que hace que no exista ningún escenario posible en el que estas corporaciones pierdan un solo euro. El sueño de todo emprendedor.

Así que sí, aceptas resignado que quizás el sistema sea demasiado grande como oponerse a él, que quizás las grandes empresas tengan demasiado poder (y dinero) como para oponerse a ellas. En definitiva, que lo mejor que puedes hacer (y por desgracia casi lo único) es tratar de no perder esos envases, porque acabas siendo el único que pierde.

¿Ayuda el SDDR a conservar el medio ambiente? Seguramente sí, pero también lo hace el sistema actual y con él no perdemos dinero.

¿Existen otros medios más eficientes para con el medio ambiente que no dañen el bolsillo de los ciudadanos? Definitivamente sí.