¿SDDR? No, gracias

¿SDDR? No, gracias

10 Motivos por los que el sistema SDDR perjudica a consumidores, pequeño comercio y medio ambiente.

Rafa Pacheco | 20 sep 2017

El SDDR -Sistema de Depósito, Devolución y Retorno- es un sistema de reciclaje que obliga a supermercados, pequeños comercios y bares o restaurantes a cobrar una fianza por cada bebida que vendan; fianza que luego se devolvería en forma de ticket para futuras compras si el consumidor ‘retorna’ el envase en buen estado. Suena bien, ¿verdad? Pues cuidado, el SDDR perjudica enormemente a consumidores, pequeño comercio y, lo que es peor, al medio ambiente. Te contamos por qué:

1) El SDDR rompe la máxima «Reciclar es un deber».

Reciclar es un deber. Separar nuestros residuos es algo que todos tenemos que hacer simple y llanamente por preservar nuestro planeta. Pero, ¿qué pasa si «nos pagan» por reciclar unas cosas y otras no? Que esta máxima, el hecho de que reciclar sea un deber, se pierde. Con el SDDR ya no reciclas porque debas, reciclas los envases de bebidas porque te devuelven la fianza que adelantaste al comprarlos. Pero ¿y el resto? Efectivamente, el resto dejas de reciclarlo. «¿Para qué? Si no me pagan» acaba diciendo una gran parte de la población.

Cuidado. El SDDR mercantiliza el deber del reciclaje, lo convierte en un sistema de recompensas, haciendo que la población deje de preocuparse por reciclarlo todo para pasar a preocuparse por reciclar aquello por lo que le devuelven dinero.

2) El SDDR incrementa el precio de la cesta de la compra.

No solo por la fianza que debes pagar por cada envase de cada bebida -agua o leche incluidas- y que solo recuperas si devuelves en perfecto estado; sino también por los costes que genera a las tiendas y supermercados que, como sabemos, repercutirán en los precios de todos sus productos.

El supermercado tiene que pagar las máquinas de recogida de envases, tiene que destinar un espacio de la tienda a las mismas, tiene que utilizar tiempo de sus empleados para recoger las bolsas y entregarlas e, importante, tiene que adelantar el dinero de las ‘fianzas’ de los envases.

Todos esos costes los paga el mismo, que no es otro que tú, cada vez que compres.

3) El SDDR ataca directamente al pequeño comercio.

Las tiendas de proximidad ya lo tienen muy difícil para competir con las grandes superficies. Con la implantación del SDDR obligatorio lo tendrían imposible. Primero porque no tienen los 20.000€ que vale una máquina de recogida de envases. Segundo porque no tienen el espacio para acumular los envases que estarían obligados a recoger. Tercero porque no tienen el personal para que se encargue de todo el proceso. Cuarto porque no tienen la tecnología para desarrollar tickets de descuento por el valor de la fianza. Quinto porque no tienen la capacidad de negar la devolución del depósito a clientes de toda la vida ‘porque la lata está abollada’ o ‘porque la botella no tiene etiqueta’, lo que les obligaría a asumir el coste de esas fianzas sin cobrar. Etc.

Al final, entre que sus costes subirían, y que muchos consumidores optarían por ir a las grandes superficies, el pequeño comercio lo tendría realmente difícil para sobrevivir.

4) El SDDR perjudica el medio ambiente.

Los defensores del SDDR, que luego veremos quienes son, suelen vestir de verde sus intenciones. Pero cuando analizas todos los indicadores medioambientales, descubres que el SDDR sería más contaminante. Para muestra, un botón: Al establecer un SDDR se tendría que crear todo un sistema de recogida de envases de bebidas en horario comercial. Eso son camiones y furgonetas expulsando CO2 en hora punta y generando más tráfico y atascos. Un estudio de la FEMP lo cifra en 15 millones de desplazamientos.

5) El SDDR no ayuda a la limpieza de las calles.

Con el SDDR se da una paradoja curiosa: aquellos que tras tomar una bebida en la calle la tirarían a una papelera o contenedor de reciclaje, ahora pasan a abandonarla en la calle para que alguien con pocos recursos la recoja y cobre la fianza.

Además de esto, el SDDR genera otra triste consecuencia: personas en exclusión social sacan las bolsas de basura de los contenedores y esparcen su contenido en la calle para coger los envases de las bebidas y comprar con el importe de las fianzas.

6) El SDDR tiene un coste desorbitado.

La implantación del SDDR obligatorio costaría a España 1.398 millones de euros según la FEMP. Cada tonelada de envases reciclada nos pasaría a costar 42,57€ por habitante, cuando ahora nos cuesta 3,18€. Casi 40€ más por cabeza, por cada tonelada. Además, los ayuntamientos pasarían a perder 83,4 millones de euros al año.

La UNESCO va más allá y cifra el coste en 1.784 millones de euros. 100 euros más por familia cada año.

7) El SDDR dificulta el reciclaje.

A las 5 bolsas de basura de tu casa (Orgánico-Envases-Vidrio-Papel-Resto) ahora habría que añadir una sexta bolsa para envases de bebidas sin aplastar (porque si tienen el mínimo defecto las máquinas ya no las aceptan). Ahora busca espacio en la cocina para ella. Luego, recuerda cargar con la bolsa cuando vayas a comprar. Si solías ir directo después del trabajo olvídate, que no creo que a tus compañeros les haga gracia tener una bolsa de basura al lado toda la jornada. Finalmente, en el súper dedica tu tiempo a esperar la cola y luego a introducir botella a botella, lata a lata. Y eso siempre que las máquinas funcionen, claro.

Todas estas incomodidades terminan por hacer que mucha gente opte por no reciclar. Y no nos engañemos, esa es una opción que no podemos permitirnos.

8) El SDDR ha sido rechazado por los países que lo han estudiado.

Francia, Italia, Irlanda, Reino Unido, República Checa… todos han estudiado implantar el SDDR, y todos lo han rechazado, por costoso e ineficaz. Países Bajos lo implantó y lo ha retirado por sus pésimos resultados. En Alemania estudian cómo quitarlo, porque desde su implantación los envases de usar y tirar se han disparado. Para el recuerdo queda la portada de Der Spiegel: “Operación depósito sobre latas: Con precisión alemana hacia el caos”.

9) El SDDR no está implantado en Bélgica, que es el ejemplo a seguir.

El país europeo donde más se recicla es Bélgica, que obviamente no tiene SDDR. Lo que tiene es una apuesta clara por el deber ciudadano de reciclar. Tanto es así, que si no reciclas te multan por no cumplir con tu deber. Como si te saltaras un semáforo en rojo. Desde este blog defenderemos este sistema.

10) El SDDR, por tanto, solo tiene un beneficiado.

El único beneficiado con la implantación de un SDDR obligatorio en España es la empresa que fabrica las máquinas. Una empresa ya condenada por abuso de posición dominante por la Comisión Europea, que está financiando a organizaciones españolas para que defiendan el SDDR y, según dicen algunos, hasta a políticos.

En nuestras manos está defendernos de esta empresa y de aquellos a los que financia para que intenten imponernos su desastroso sistema. Síguenos en Twitter y ¡comparte!